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Las inscripciones más antiguas en griego datan de los siglos XVI-XI a.C. Lo que se estudia como asignatura en el bachillerato son los dialectos jónico y ático, que más tarde evolucionaron al “koiné”, común a todos. El jónico-ático se impuso a los demás dialectos existentes y se extendió por el imperio de Alejandro Magno. Bien en jónico-ático, bien en koiné, en esta lengua fueron escritas la Ilíada y la Odisea, las grandes tragedias clásicas de Esquilo, Sófocles o Aristófanes, las obras de los grandes filósofos (Platón, Aristóteles…), los tratados médicos de Hipócrates, o, en el campo de la religión cristiana, el Nuevo Testamento y el Apocalipsis entre otros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El griego fue el idioma del Imperio Bizantino, que llegó a gobernar casi toda la ribera del Mediterráneo en el 550, o la península balcánica y Anatolia en 1170, hasta su caída en 1453 bajo el Imperio Otomano.  Las inscripciones en miles de monasterios bizantinos medievales están en este idioma, y por ende las inscripciones en las iglesias católicas ortodoxas (de Grecia y Chipre, Bulgaria, Rumanía, Serbia, Ucrania, Rusia, etc.).  El alfabeto griego sirvió además de base para el cirílico, usado actualmente por más de 250 millones de hablantes de distintas lenguas: serbio, ucraniano, ruso, mongol, kazajo… San Cirilo y San Metodio fueron los dos santos que, basándose en el alfabeto griego, desarrollaron un alfabeto para cristianizar a los pueblos eslavos. A partir de aquí (siglo XI) se creó el alfabeto cirílico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero hablemos un poco de la literatura griega moderna. También en torno al siglo XI es cuando se considera que ésta comienza, con un gran poema épico que, como nuestro Cantar de Mío Cid, se centra en las hazañas del héroe que lo protagoniza, en este caso Digenis Akritas (su nombre significa nacido de dos procedencias distintas). A un género distinto pertenecen los mejores logros de la literatura bizantina: las novelas en verso, que continúan una larga tradición de historias de amor cuyas raíces se remontan a la época helenística y tuvieron su auge en torno a los siglos XIII y XIV.

 

 

Tras los eventos de 1453 se escriben los Trenos por la Caída de Constantinopla, y durante la ocupación turca se siguen escribiendo obras en griego, pero en la periferia, en islas como Creta, Zakynthos (en el mar Jónico), o islas del Dodecaneso. En la Grecia continental o Hélade, los siglos XVI y XVII son un período oscuro en el que casi se extinguió la literatura en griego, al pasar a ser una lengua “ilegal”. Se dan únicamente ciertas canciones populares que se transmitían de forma oral, parecidas a los romances. Es en el extranjero (Francia) donde los padres de la actual nación griega empiezan a formarse, tomar conciencia y organizarse para llegar a conseguir la independencia de su pueblo, siendo muy representativos los poetas revolucionarios del siglo XVIII y XIX Rigas Fereos y Dionisos Solomós (compositor del himno nacional de Grecia y Chipre).

 

 

 

 

El exilio del pueblo griego a otros países se denomina diáspora griega, y precisamente en un territorio de esta diáspora, Alejandría (Egipto) escribe su obra K.P. Cavafis, incluyendo el célebre poema Ítaca, a principios del siglo XX. Algunos de los escritores griegos más conocidos son el novelista cretense Nikos Kazantzakis, autor de Alexis Zorba y La última tentación de Cristo, ambas llevadas al cine, y el ganador del premio Nobel Odysseas Elytis (cuya principal obra es el poema Άξιον εστί), que tradujo parte del Romancero gitano de Lorca, convertido en un auténtico clásico para los griegos de hoy en día, que lo han escuchado en distintas versiones musicadas.

 

 

 

 

 

 

BREVE HISTORIA DE LA LENGUA Y SU LITERATURA

 

 

 

 

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